“Ofreciendo el aliento inhalado en aquel aliento que se exhala, y ofreciendo el aliento que se exhala en aquel que se inhala, el yogui neutraliza estos dos alientos; de este modo libera el prana del corazón y pone la energía vital bajo su control. […] El hombre adiestrado en la meditación llega a ser eternamente libre cuando, al buscar la Suprema Meta, logra retirarse de las distracciones externas -fijando su mirada en el interior, a nivel del entrecejo, y neutralizando las corrientes del prana y apana que fluyen en la nariz y los pulmones- y puede controlar su mente sensorial y su intelecto, y desterrar el deseo, el temor y la ira”

Bhagavad Gita